La prueba cutánea se lleva a cabo para los alérgenos aéreos más comunes entre los perros: ácaros del polvo y acariformes, polen de hierba y árboles, epitelio animal y moho.
Previamente se proporcionan tranquilizantes al perro y se le afeita el pelaje de la parte de la caja torácica donde va a practicarse la prueba. El veterinario inyectará una pequeña cantidad de alérgeno en la piel para que se produzca una pequeña inflamación en cada punto de inyección.
Las pruebas se verifican transcurridos 15 minutos, lo que significa que el dueño obtiene la respuesta durante la realización del análisis. En caso de reacción positiva, el perro presentará un enrojecimiento y un aumento de tamaño de la hinchazón dérmica donde se ha inyectado la sustancia.
En la prueba de alergia mediante muestra de sangre, se analizarán en el laboratorio los anticuerpos del perro en relación con los distintos alérgenos.
Su resultado puede servir de base para un tratamiento a través de la "hiposensibilización", en el que se inyecta una pequeña dosis de los alérgenos ante los que el animal ha demostrado una reacción alérgica significativa. La aplicación de dichas inyecciones se repite cada vez en mayores dosis conforme a un calendario predeterminado. Con ello se pretende acostumbrar el sistema inmune del perro a los alérgenos para una disminución de la reacción alérgica. Se considera que en torno a un 80% de los perros tratados experimentan un restablecimiento parcial o completo de su alergia.