Ayudar a finalizar la vida de un animal es una de las tareas más importantes del veterinario. Por tanto, tenemos muy en cuenta las peticiones del propietario y las necesidades de la mascota para hacer el momento postrero lo más plácido posible.
Antes de la visita
Antes de tomar la decisión de sacrificar al animal, los dueños que lo deseen pueden concertar una cita de asesoramiento y para realizar el examen del perro o el gato. Normalmente se reserva una hora de atención veterinaria ordinaria para la eutanasia, aunque en ocasiones la enfermedad avanza tan rápido que una cita urgente supone la única alternativa.
¿Quién puede asistir?
La mayoría optan por estar presentes en el momento final, aunque a algunos se les hace difícil. Todas las decisiones son respetadas. Si el propietario renuncia a asistir, existe la posibilidad de ver de nuevo al gato o al perro después de su fallecimiento.
¿Cómo se lleva a cabo la eutanasia?
El procedimiento puede diferir ligeramente según se trate de perros o gatos. Por lo general, primero se inyecta un calmante a la mascota.
Una vez que la mascota entra en estado de sopor, se le introduce en vena una dosis mayor de anestésico a través de un catéter. El animal se duerme plácidamente y poco después su corazón dejará de latir. Normalmente el proceso no comporta ningún tipo de dolor ni otros eventos desagradables. Sin embargo, es posible que la mascota muestre pequeños espasmos musculares en alguna parte del cuerpo tras el fallecimiento, lo que es simplemente la reacción normal de la musculatura a la parada cardíaca. En ocasiones, a los gatos y otras mascotas pequeñas se les inyecta un somnífero directamente en el abdomen, que no suele provocarles reacción alguna. A veces fallecen de inmediato, aunque algunos pueden tardar en hacerlo hasta 15-30 minutos.
El veterinario se asegurará de que haya cesado tanto la actividad cardíaca como la respiratoria. Si lo deseas, podrás permanecer un rato con tu mascota después de la eutanasia.
¿Qué ocurre tras la eutanasia?
Inmediatamente después de la eutanasia, y a la espera de llevarlo al crematorio, el cuerpo se guardará en una cámara frigorífica o congeladora igual que las empleadas con los cadáveres humanos.
Incineración
En las incineraciones comunes se suelen procesar simultáneamente varios animales. En las cremaciones individuales la mascota se incinerará de forma individual con el fin de guardar sus cenizas para el propietario que así lo desee. Las cenizas de las cremaciones individuales se depositan en una urna que podrá recogerse en el veterinario después de unos días. El entierro o esparcimiento de las cenizas del gato o el perro tras la cremación no conlleva ningún riesgo.
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El dueño tiene también la posibilidad de llevarse a casa a su mascota para organizar el entierro por su cuenta. Consulta con las autoridades municipales si está permitido enterrar a un gato o perro en el solar en cuestión. En la mayoría de los casos se prohíbe enterrar a animales en áreas urbanizadas, si bien existen una serie de cementerios de animales que acogen cenizas de mascotas.