Se trata de un procedimiento rápido, sencillo y normalmente no doloroso, que no requiere la sedación del paciente, y que nos aporta mucha información sobre posibles tratamientos o la necesidad de hacer una biopsia o una intervención quirúrgica.
Se pueden obtener muestras de todas las regiones del organismo, incluyendo superficie ocular, órganos, oídos y líquidos o efusiones corporales.
Para la recogida de muestras se emplean distintas técnicas dependiendo de la localización y la naturaleza de la lesión:
- Punción con aguja fina (PAF: sin aspiración): para tejidos frágiles como los ganglios linfáticos o muestras muy vascularizadas.
- Punción-aspiración con aguja fina (PAAF): generalmente para masas duras.
- Raspados: para piel, conjuntiva ocular.
- Hisopados: para oídos, superficie vaginal.
- Improntas: de lesiones externas o de muestras obtenidas en cirugías o necropsias.
El proceso de recogida de muestras como el procesado de estas es fundamental para obtener muestras de buena calidad, que sirvan para poder ayudar en el diagnóstico.
Una vez obtenida la muestra, la extensión debe realizarse sin pérdida de tiempo, para evitar que la muestra se deteriore, con un movimiento continuo y sin presionar para obtener una muestra en monocapa y preservar la integridad de las células.
Posteriormente se teñirán para su observación al microscopio.
En algunas ocasiones la citología puede tener utilidad limitada y será necesario realizar una biopsia para llegar al diagnóstico definitivo, ya sea porque la muestra no sea representativa o para determinar el estadio o pronóstico, por ejemplo, de tumores mamarios.