El agua reduce la carga de las articulaciones a la vez que ofrece resistencia, la cual aumenta en relación con la velocidad del movimiento. Gracias a que el agua alivia el peso de las articulaciones, es posible modificar los patrones de movimiento del perro.
Asimismo, el agua proporciona una cierta estabilidad, lo cual constituye una gran ventaja para los pacientes con un mal equilibrio, por ejemplo, en caso de lesiones de la columna.
El entrenamiento acuático refuerza con gran eficacia toda la musculatura dorsal longitudinal y los músculos de las patas, estimulando además el aparato locomotor en su conjunto, a la vez que tiene un efecto relajante.
En comparación con la natación o hidroterapia, la ventaja de la caminadora acuática reside en que el perro debe utilizar las cuatro patas y no solo trabajar con las delanteras. Además, la velocidad y la resistencia pueden regularse mediante el nivel del agua, lo cual permite controlar mejor el entrenamiento e individualizarlo, mejorando así las condiciones para conseguir una rehabilitación eficaz.
Este tipo de entrenamiento es adecuado como rehabilitación tras lesiones y para perros sanos que necesitan mejorar su condición cardiovascular y de fuerza o perder peso.
La cinta subacuática también es una alternativa excelente para los perros a los que no les entusiasma bañarse, ya que al tener contacto constante con el suelo se sienten más seguros. Tras una introducción pausada, los perros a los que no les gusta el agua también suelen acostumbrarse a la cinta subacuática.