La medicina veterinaria avanzada dispone de herramientas de diagnóstico y tratamiento de última generación. Los avances tecnológicos que se realizan en medicina humana también pueden aplicarse, en muchos casos, al tratamiento de animales, abriendo un amplio abanico de posibilidades que antes no estaban a nuestro alcance.

Es el caso de la resonancia magnética, una técnica de diagnóstico avanzado por imagen que se realiza cuando el veterinario responsable considera que es necesario investigar, de una forma no invasiva, estructuras anatómicas que no son visibles desde el exterior, como el cerebro, la columna o las articulaciones, entre muchos otros tejidos blandos.

Las resonancias magnéticas se basan en el uso de campos electromagnéticos y ondas de radiofrecuencia. En función de la potencia del imán que se utiliza, podemos diferenciar entre resonancias de bajo campo y de alto campo. Esta última es una versión más avanzada y sofisticada, por lo que las imágenes que se obtienen en una resonancia de alto campo tienen una calidad muy superior a las de bajo campo. Gracias a esta mejora tecnológica, los diagnósticos son más fiables y es posible diagnosticar lesiones que no son visibles en una resonancia de bajo campo como, por ejemplo, lesiones vasculares isquémicas pequeñas. No solo supone una mejora en el diagnóstico, sino que gracias a la resonancia de alto campo es más fiable observar los cambios asociados a una lesión primaria, lo que resulta muy útil a la hora de plantear un tratamiento y valorar la progresión de las lesiones. Tener una mejor calidad de imagen se traduce en una mayor calidad diagnóstica. 

Muchos de los técnicos titulados con el Grado Superior en Imagen para el Diagnóstico, están especializados en la resonancia de alto campo, y pueden contar con experiencia tanto en hospitales humanos como veterinarios. 

La resonancia magnética en veterinaria se puede aplicar para la valoración de lesiones en cualquier estructura donde sea necesario ver bien cualquier tejido blando, aunque su uso más habitual es para el diagnóstico de patologías en el sistema nervioso central. En estos casos, la resonancia magnética de alto campo facilita el procedimiento, ya que se pueden hacer secuencias más avanzadas y específicas que no están disponibles en resonancias de bajo campo. Por ejemplo, para explorar la columna de un pastor alemán adulto, desde la región cervical a lumbar, en una resonancia de bajo campo se debe dividir en 3-4 partes, o más, e ir moviendo al paciente para poder ver la zona de interés. En una de alto campo, es posible explorarlo en 2-3 partes, lo que reduce el tiempo anestésico y permite obtener imágenes más fáciles de evaluar y de mejor calidad. 

Elisabet Domínguez, diplomada europea en diagnóstico por imagen (ECVDI) y veterinaria de AniCura Ars Veterinaria Hospital Veterinari 

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