El linfoma es el tumor más común en gatos y perros. Es un cáncer de los linfocitos, las células de defensa del organismo1. En muchos casos se considera un cáncer líquido, ya que afecta a múltiples estructuras simultáneamente. Aunque existen diferentes tipos de linfoma en función del tipo de linfocito en origen, los síntomas más comunes son la apatía, anorexia, pérdida de peso, el aumento de los linfonodos superficiales del animal, el aumento de consumo de agua, entre otros.

Tras realizar varias biopsias de piel, se diagnosticó linfoma cutáneo epiteliotrópico, un tipo de linfoma que afecta mayoritariamente a la piel y a las mucosas como la boca, la conjuntiva o el ano. El tratamiento de elección de este linfoma es la Lomustina, pero Marley hizo una respuesta muy modesta a este fármaco y tras dos sesiones de tratamiento volvió a aparecer su enfermedad. Lo mismo sucedió al aplicar Masitinib, el fármaco quimioterápico para perros descrito como eficaz en este tipo de linfomas, y la misma respuesta se observó cuando se intentó utilizar fármacos clásicos para tratar el linfoma multicéntrico como la vincristina, la ciclofosfamida o la doxorubicina.

Ignasi Rodríguez, Oncólogo Veterinario y director del servicio de oncología de AniCura Glòries Hospital Veterinari, explica que: “cuando el pronóstico parecía muy desfavorable para Marley, se presentó a los cuidadores la opción de probar Rabacfosadina, un fármaco novedoso que se comercializa en Estados Unidos, diseñado para perros con linfoma. Somos uno de los pocos centros en España con autorización para su importación y disponemos de él en stock. Tras dos dosis, la enfermedad de Marley había desaparecido en su totalidad y ya no se podía detectar ninguna lesión del linfoma en su cuerpo”.

Se recomiendan entre 4 y 6 dosis antes de detener el tratamiento si el paciente está en remisión completa, aunque en este caso se puso pausa por decisiones personales del cuidador y su mascota permaneció libre de su enfermedad durante dos años. Pasado este tiempo, Marley volvió al hospital donde se documentó de nuevo recaída de su linfoma con lesiones en mucosa oral, lengua y trufa y se procedió a la administración de dos dosis más. A día de hoy, un año y medio después de su último Rabacfosadina, Marley sigue en remisión completa y disfrutando de un buen estado de salud.

Para el diagnóstico, tratamiento y controles de un paciente como Marley, es imprescindible contar con un equipo multidisciplinar conformado por profesionales altamente cualificados. Un veterinario de cabecera es clave en las primeras valoraciones y posteriores controles rutinarios. Además, un dermatólogo que hace las valoraciones iniciales y orienta en las pruebas diagnósticas y finalmente un oncólogo veterinario, encargado de establecer las pautas terapéuticas en cada momento en función de la respuesta y el comportamiento del tumor o la tolerancia del paciente.

Con este caso hemos aprendido que en linfoma siempre vale la pena llegar hasta el final incluso cuando las terapias anteriores han fallado porque nunca sabes cuál es el fármaco que puede tener los mejores resultados”, concluye Ignasi Rodríguez .

Referencias:

  1. Withrow and MacEwen’s Small Animal Clinical Oncology. (s. f.). Elsevier Shop. https://shop.elsevier.com/books/withrow-and-macewens-small-animal-clinical-oncology/vail/978-0-323-59496-7

 

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