Después de atender de urgencia a un perro de caza que presentaba un purito descontrolado (irritación incómoda en la piel) y que tuvieran que practicarle eutanasia horas después para evitar su sufrimiento, en Elena se formó el germen de una investigación que publicó en una revista científica y que supone la primera publicación sobre contagio de dicha enfermedad de jabalíes a perros en España. El perro que eutanasió era el decimotercero de un grupo de cazadores, que vieron morir a 12 perros más, tras una batida en la que mordieron y comieron la carroña de un jabalí contagiado con la Enfermedad de Aujeszky.

La evolución de esta enfermedad es tremenda, ataca al organismo de diferentes formas por ejemplo con un prurito compulsivo en la cara que se muestra descontrolado, pero no siempre es con esta irritación. También tiene síntomas digestivos respiratorios, tos o alteraciones neurológicas. 

Los jabalíes, familia de los suidos, son los principales hospedadores de esta enfermedad que no tiene tratamiento. El diagnóstico te ayuda a tomar una decisión que acaba siendo inevitable, la muerte. El perro que se contagie fallece, la enfermedad no tiene cura. Lo único que podemos hacer es que las últimas horas no sean terribles y así evitarle el sufrimiento de un dolor agudo. 

La supervivencia de la patología en perros es nula, todos los casos perecen y para ser diagnosticados con la enfermedad es necesario hacerlo tras morir. Es una enfermedad muy desconocida para diagnosticar si no la tienes en mente. La única forma de diagnosticarla es ‘post morten’ con una PCR en el cerebro, tras hacerle una necropsia. 

Además, no solamente puede afectar a perros de caza, ya que por ejemplo la carroña del jabalí puede permanecer en el monte y si en un paseo el perro come algún trozo infectado o tiene una dieta cruda pueden acabar contrayendo la enfermedad. También es importante comentar que entre ellos no se contagian. Es decir, solamente si comen carroña o muerden a un jabalí. 

No se transmite entre perros

El decimocuarto perro del grupo de cazadores, que llevaron el caso con el que se inició todo a AniCura Abros, no se separó de los hombres en la cacería y no resultó contagiado, tras vivir con los demás y ver como caía uno tras otro.

La repercusión de la publicación de la investigación hizo que homólogos de diferentes partes de España llamaran para conocer la opinión de Elena sobre diferentes casos o pedirle consejo sobre diagnósticos que presentaban síntomas similares a la pseudorrabia.

Elena Diéguez, veterinaria de AniCura Abros Hospital Veterinario

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