Se acerca el buen tiempo y seguro que ya estás pensando en salir al campo con tu mascota para dar un paseo y disfrutar de la naturaleza. Este tipo de salidas pueden ser muy divertidas, pero también pueden terminar convirtiéndose en un serio problema para tu perro si no tomamos ciertas precauciones.
Uno de los problemas más habituales que suelen darse en esta época del año son las espigas en los perros. Siguiendo el ciclo vital, estos vegetales se secan durante el verano, toman una tonalidad amarillenta y se desprenden de la planta con facilidad, aumentando el riesgo de herir al animal. Por lo general, desde finales de mayo, especialmente a partir de junio, es cuando se producen más casos.
Pero ¿sabes qué son las espigas y por qué son tan peligrosas? A continuación, te explicamos cuáles son sus síntomas, las enfermedades que pueden derivarse de ellas y cómo extraerlas.
¿Qué son las espigas?
Las espigas son esas vainas duras y alargadas en forma de flecha que recubren las semillas de cereales y que se adhieren con gran facilidad al pelo de nuestras mascotas, pudiendo clavarse en los oídos, las almohadillas, la nariz, los ojos, las partes íntimas o la cavidad torácica.
Las espigas en los perros son especialmente molestas, ya que son afiladas y terminan en punta. Además, su superficie presenta una serie de ganchos casi microscópicos que hace que queden atrapadas en el pelo de los animales o en la ropa de las personas. Y, al tener forma de paraguas, se abren impidiendo el retroceso, clavándose cada vez con más consistencia y provocando abscesos, heridas e infecciones, en algunos casos graves. Por eso, es importante que las extraigamos lo antes posible.
¿Dónde se clavan las espigas?
Cuando se secan, las espigas se desprenden con facilidad. En los meses de primavera y verano son muy frecuentes en la mayoría de las regiones rurales de España, clavándose principalmente en las siguientes zonas:
- Almohadillas: cuando el perro pisa una zona en la que hay muchas espigas, estas pueden quedar adheridas a las patas. El problema es que, si no las sacamos, pueden introducirse profundamente y generar una infección grave o una fístula.
- Nariz: los perros exploran el entorno a través del olfato, por lo que es fácil que alguna espiga se introduzca en la nariz. Debemos tener en cuenta que esta zona es muy sensible y está llena de pequeños capilares, por lo que puede sangrar con facilidad.
- Oídos: cuando se introducen en el oído, las espigas pueden llegar a perforar los tímpanos, causando problemas de sordera. Además, son muy molestas y dolorosas.
- En el pelo: los perros de pelo largo son más susceptibles a sufrir este problema, ya que es más complicado verlas, sobre todo si el color del pelaje es claro.
- Ojos: pueden quedar atrapadas entre el párpado y el globo ocular o en el “tercer párpado canino”. El problema es que, al notar la molestia, el perro puede darse con la pata y lastimarse todavía más. Si no se extraen a tiempo, pueden provocar infecciones graves o incluso ceguera.
Principales síntomas
En función de la zona afectada, los perros pueden manifestar distintos síntomas como el estornudo, el rascado o el moqueo si la espiga se encuentra en el interior de la nariz; frecuentes lametones o torpeza al moverse si está en las patas; y sacudidas de cabeza si está en el oído. Pero, además, puede que empiece a gemir con nerviosismo y que te mire con insistencia, como queriendo avisarte de que algo no va bien.
Enfermedades derivadas de las espigas
Según la zona en la que se encuentra la espiga, pueden producirse determinadas enfermedades como la otitis, heridas o infecciones graves, lesiones oculares, la hemoptisis, las náuseas o la disfagia, la debilidad de alguna extremidad o la secreción del aparato urogenital.
¿Cómo extraer las espigas del perro?
Si la espiga se encuentra a medio clavar o clavada en la piel, pero no hay inflamación, podemos intentar extraerla nosotros con cuidado con unas pinzas bien desinfectadas. Si logramos extraerla, aplica después una crema reparadora natural, como aloe vera, para calmar la zona.
Pero si se ha infectado o se ha clavado en los ojos, los oídos o la nariz, es mejor que no la toques y que acudas lo antes posible al veterinario. En estos casos nunca intentes hacerlo tú, ya que podrías empeorar la situación.