TAC

Contamos con tecnología de última generación que nos permiten obtener diagnósticos más exhaustivos.

El TAC (tomografía computarizada) supone un complemento de la radiografía tradicional en veterinaria.

¿Cómo funciona un tomógrafo?

Un tomógrafo o escáner de tomografía es el aparato que realiza los TAC, está compuesto por un anillo de gran tamaño con un agujero en el centro y acoplado a una mesa especial.

Durante la exploración, el perro o gato se coloca sobre la mesa, y esta se desliza por el orificio del anillo. Conforme va pasando la mesa, los rayos X atraviesan la parte del cuerpo situada dentro del anillo. De este modo, se examina la zona deseada en finos discos de entre aproximadamente un milímetro y un centímetro de grosor.

A diferencia de la tecnología radiográfica tradicional, en la que los rayos X se transmiten desde un único ángulo a través del cuerpo, el tomógrafo computarizado lo radiografía desde distintos ángulos. Los haces son captados por detectores que registran la intensidad de la radiación y transmiten los datos a un ordenador para su procesamiento gráfico.

La información obtenida se elabora y transforma en una imagen bidimensional. Posteriormente, las imágenes podrán recomponerse en la computadora en volúmenes tridimensionales, lo que permite al veterinario rotarlas y girarlas para una óptima interpretación.

¿Por qué un TAC?

La principal ventaja del TAC estriba en que ofrece al veterinario imágenes detalladas de las diferentes estructuras del organismo. Los tejidos del cuerpo pueden examinarse sin solapamientos, como es el caso con la radiografía tradicional. Mediante la reconstrucción de las capturas pueden observarse los tejidos en tres planos distintos, y no en los dos planos que proporcionan los rayos X clásicos.

El escáner de tomografía se emplea, entre otros, en exploraciones del abdomen y tórax, el cráneo, las fosas nasales, el esqueleto y las articulaciones. También puede resultar de particular utilidad a los cirujanos, ya que las reconstrucciones tridimensionales les ayudan a visualizar y comprender más fácilmente, entre otros, la configuración de una fractura, simplificando con ello la planificación de la intervención.

¿Cómo se lleva a cabo un TAC?

Se coloca al animal sobre una camilla que se desliza a través del escáner. Los tubos emisores de rayos X giran en torno a la mascota enviando rayos a través de su cuerpo desde distintos puntos, los cuales son captados por detectores en el lado opuesto respecto al perro. Los tejidos del cuerpo emiten distintos niveles de radiaciones en dirección a los detectores. Cuanta más radiación llegue al detector, más oscura aparecerá el área correspondiente en la imagen. A mayor dureza y densidad de un tejido (por ejemplo, el esqueleto), menor será la radiación que se libera hacia el detector. El tejido en cuestión aparecerá de color blanco en la imagen.

Muchas veces el examen se realiza dos veces. Después de la exploración inicial se inyectará un líquido de contraste en la sangre, a través de una cánula colocada en la pata del paciente, antes de emprender el nuevo examen. Esto se realiza con el objetivo de apreciar los vasos del cuerpo y para localizar y caracterizar más fácilmente los diferentes cuadros patológicos.

En el estudio de traumatismos y en los exámenes sencillos de estructuras esqueléticas y articulares, suele bastar con una exploración sin agente de contraste.

Para una óptima claridad de las imágenes es importante que el animal permanezca totalmente inmóvil. Por ello se les administra tranquilizantes o anestésicos con ocasión del estudio. El tiempo de exploración suele variar entre 15 minutos y 1 hora, dependiendo de la zona a reconocer.

Una vez terminado el examen, el veterinario dispondrá de un gran número de imágenes transversales como base de elaboración y dictamen. Al ser necesario un estudio pormenorizado de dichas imágenes, no siempre se podrá examinar y completar el tratamiento del animal al mismo tiempo.

Preparativos de cara a la exploración

El animal debe acudir en ayunas al examen puesto que ha de suministrársele calmantes o anestesia. Normalmente basta con que el perro o el gato no desayunen el día del estudio.

Si se trata de un ejemplar de mayor edad (por encima de 7 años aproximadamente) puede ser aconsejable comprobar sus valores hematológicos básicos para la evaluación, entre otros, de su función renal.

Riesgo de complicaciones

Las complicaciones son inusuales, pero, al igual que con todo tipo de sedación y anestesia, siempre existen riesgos. En casos excepcionales, el agente de contraste intravenoso utilizado también puede producir efectos secundarios en forma de afectación sobre los riñones, aunque esto ocurre principalmente en pacientes con una función renal muy deteriorada.

 

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