El ruido fuerte en Navidad, una de las fobias más frecuentes en mascotas

En las fechas navideñas, una de las consultas más frecuentes en la consulta veterinaria es la fobia a ruidos fuertes, desencadenada habitualmente por fuegos artificiales, petardos o truenos, que son ruidos de elevada intensidad.

Es importante diferenciar un miedo de una fobia. El miedo es la respuesta adaptativa que hace el animal para protegerse de un estímulo nocivo, es una respuesta natural. Por su parte, la fobia es una respuesta de miedo desproporcionada tanto en duración como en intensidad, de aparición súbita. No es una respuesta adaptativa ni normal al estímulo nocivo.

Las causas más frecuentes del miedo y la fobia son:

  • Socialización inapropiada del animal. El manejo del perro entre las 3 y las 12 semanas de vida determinará en gran medida su comportamiento futuro.
  • Predisposición genética. Existen estudios que demuestran que el miedo es de los caracteres de conducta que más se heredan.
  • Experiencias negativas o traumáticas. Por ejemplo, cuando un animal visita al veterinario y la experiencia no es agradable puede desencadenar un miedo a futuras visitas.

En lo que respecta a los signos clínicos que vemos en animales con fobia a los ruidos fuertes tenemos:

  • Signos clínicos fisiológicos ante la respuesta del miedo: entre otros, aumento de la frecuencia cardíaca, dilatación pupilar, jadeos cortos, temblores.
  • El animal puede presentar o bien conductas de huida o escape o, por el contrario, esconderse u ocultarse de ese estímulo nocivo.
  • En ocasiones el perro también puede pedir mayor atención del cuidador subiéndose encima de él.

Tratamiento de la fobia a ruidos fuertes

Dependiendo del tiempo de actuación que tengamos, el tratamiento de la fobia a ruidos fuertes será a corto o largo plazo.

La gran mayoría de las veces, las mascotas acuden a consulta con muy poco tiempo para poder actuar y tenemos que plantearnos un tratamiento a corto plazo basado en una serie de puntos:

  1. Intentar evitar lo máximo posible la exposición a ese estímulo nocivo. La gran mayoría de los animales, cuando ya han vivido este estímulo, suelen esconderse en un lugar determinado de la vivienda, desde el que estos petardos o fuegos artificiales se escuchan menos. Por este motivo, debemos elegir este sitio como una estancia segura y prepararla lo mejor posible. Para ello, pondremos en esta estancia la cama, el agua y la comida del animal. Bajaremos las persianas e incluso en algunos casos pondremos en las ventanas mantas de mayor grosor que también permitan amortiguar el sonido. Como camuflaje ante estos ruidos también se suele usar la música (chill out, clásica o étnica) con un volumen moderado. Aunque es un tratamiento a corto plazo, si tenemos la posibilidad de anticiparnos, lo ideal sería que esta estancia estuviera preparada días antes y así el animal se habitúe al uso de esa estancia.
  2. Evitar reforzar esta conducta de miedo. No debemos tranquilizar ni calmar al animal, ya que puede pensar que estamos premiando esta conducta y puede presentarla con más frecuencia en un futuro.
  3. No castigar. Con el castigo, lo único que conseguimos es que la ansiedad en el animal aumente.
  4. Usar feromonas apaciguadoras del perro (DAP), colocadas en la estancia segura que hayamos adaptado.
  5. Emplear un tratamiento farmacológico. Este tratamiento, por supuesto, debe ser asesorado por el veterinario del animal, que conoce su historia clínica y si padece alguna enfermedad que haga que su uso esté contraindicado. Los más utilizados son las benzodiacepinas y, entre ellas, el alprazolam.

Por otra parte, existe un tratamiento a largo plazo o que podríamos considerar curativo, cuya base es la terapia de modificación de conducta, con la que se busca una habituación al estímulo que produce el miedo. Obviamente, todo lo hablado en el tratamiento a corto plazo se debe aplicar, ya que el animal, durante ese tratamiento a largo plazo o curativo, puede padecer una situación que desencadene su fobia.

La habituación al estímulo que produce el miedo está dividida en dos fases:

  1. Desensibilización: consiste en ir en exponiendo al animal de manera controlada y progresiva a los aumentos de volumen del estímulo a tratar.
  2. Contracondicionamiento: se trata de asociar estos sonidos a experiencias agradables como son “las chuches o premios”, es decir, a estímulos positivos.

Para el tratamiento a largo plazo, por supuesto, debe existir un trabajo conjunto del veterinario etólogo, quien va a instaurar una terapia farmacológica adecuada, y de los adiestradores en positivo que trabajarán en la modificación de conducta.

Uno de los problemas ante el tratamiento a largo plazo es su duración, ya que exige mucha dedicación e implicación por parte de los cuidadores para conseguir éxito en la modificación de conducta.

En cuanto al pronóstico de la fobia, dependerá de varios factores y el principal es el tiempo que lleva produciéndose la fobia.

Virginia Rodríguez, especialista en Medicina Interna de AniCura Estoril Hospital Veterinario

Bibliografía

“Manual de etología canina” Pablo Hernández Garzón (Servet Ed.2012)

“Manual práctico de etología clínica en el perro” Marta Amat-Tomás Camps-Susana Le Brech –Sergio Tejedor (Multimédica Ediciones veterinarias Ed. 2016)

 

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